Little Big - Fotos: Jaume Maneja

Es 12 de Mayo y me dirijo a la sala Apolo muy ilusionado por tener la oportunidad de cubrir el concierto de Little Big. Muchas veces hay que desconectar de conciertos serios y lanzarte a lo desenfadado, muchas veces la música no es tanto de virguerías y va sobre conectar con el público con un espectáculo vistoso. Una sala llena espera a los rusos, perdiéndose voluntariamente el festival de Eurovisión para ver un espectáculo aun más bizarro y más que perfecto para un sábado noche.

Para los que no conozcáis a Little Big, son una banda rusa de música electrónica/rave con unas letras alocadas, algo surrealistas y picantes. Se hicieron famosos al telonear a Die Antwoord, unos grandes de su género y, como sus compañeros, por su extraña imagen y sus divertidísimos videoclips. Con 3 álbumes, el último, Antipositive, lanzado este año, los de San Petesburgo son garantía de fiesta y rebeldía.

Después de una introducción con Màrius Tiberian y Kajal Napalm, un duo de productor (Màrius) + Youtuber y MC (Kajal) con un cierto brío para amenizar la fiesta antes de los cabezas de cartel, las luces se apagan para la entrada del, ahora trío ruso, después de que Olympia Ivleva, uno de los iconos fundadores de Little Big, dejara el grupo el mes pasado sorprendentemente.

Con Punk’s Not Dead, una satírica canción, saltan al escenario, con 3 micros, una mesa de dj y la guitarra/escroto de Anton Lissov. Todos somos conscientes que en este tipo de música, la cantidad de sonidos pregrabados es enorme, pero la fiesta que consiguen en directo y la conexión con el público que tienen es muy destacable. A continuación, el concierto prosigue, con Polyshko Polye de su álbum Funeral Rave, así como con To Party, haciendo un repaso a sus orígenes.

Los rusos demuestran que son el país con la mejor fiesta del mundo,  famosos por sus cálidas raves y esa cultura tan interesante del hardbass (que da para un documental, sin duda). Hacía tiempo que no había visto un público tan entregado, saltando con cada canción, con una Sophia Tayurskaya que se come todo el escenario, y la espléndida forma de mover al público de Ilich Prusikin y Anton Lissov.

Los temas de van sucediendo, desde una explosiva Give me all your Money, como con Dead Unicorn y Antipositive, tema homónimo de su nuevo álbum, entre otras, en un repaso, en general, mucho más completo a sus álbumes más antiguos.

Con las manos en el aire el público recibe a, la poética, Fucking Asshole, llegando a temas como Hateful Love e incluso dejan paso a canciones lentas como Love is Dead, en una nueva faceta. En directo, la interpretación vocal del grupo es más que adecuada y es muy exigente. Estar más de hora y media recitando tal cantidad de letras y de gruñidos sin parar de bailar no es cosa fácil y Little Big son unos profesionales en esto, además, nadie puede negar que Sophia tiene una gran voz que no debe ser menospreciada.

Sin duda, el concierto, que está muy bien preparado y en alza, acaba con un trío de escándalo, Everyday I’m Drinking, Lollybomb y, el hit, Big Dick, las tres recibidas de forma enérgica por una sala entregada, para acabar dejando al público asistente con ganas de más.

El directo de Little Big es una batidora que no para de remover al público hasta el final y es a la vez sencillo en su concepción. Definitivamente un directo que tenéis que vivir con buena compañía y muchas ganas de fiesta. Los rusos son tan buenos en directo que olvidas completamente algunas canciones de dudosa calidad y te sumerges en su propuesta testosterónica y humorística. Muy recomendados.